lunes, 27 de abril de 2009

SU HOGAR, LAS CALLES DE IQUITOS

Cada día, cada noche, cerca de 200 niños caminan por las calles principales de la ciudad de Iquitos, algunos mendigando, otros cuidando motos, muchos de ellos vendiendo una que otra golosina. Para muchas personas de Iquitos los niños de la calle pasan inadvertidos y para otras son motivo de temor. No falta quien los vea como objeto de posible abuso y hay muchos iquiteños que ni saben que existen. Niños de la calle se denomina a los niños que viven en las calles de una ciudad, privados de atención familiar y protección de un adulto. También son aquellos que están relacionados con algún tipo de actividad económica, que va desde la mendicidad a la venta modesta.
En nuestro medio se hizo común ver a los niños de 7 a 12 años durmiendo en cajas de cartón, en algunas bancas de plazas, veredas, o en algún rincón para cubrirse de la lluvia y del frío, sucios y ante el peligro de ser violados, ultrajados o explotados. La calle para ellos se ha convertido en su hogar y en su medio de vida. Nunca han estado en la escuela, o si están, van camino a un proceso de abandono de la misma. Pasan mucho tiempo en la calle y terminan viviendo en ella desvinculándose progresivamente de la familia. Si uno habla con ellos se da cuenta que viven el ahora, el presente, tienen su propio lenguaje y tienen sus propios valores, tienen conciencia fragmentada de la realidad.
Todos ellos no tienen acceso a los servicios básicos como salud y educación. Los niños iquiteños de la calle provienen de familias que viven en la extrema pobreza, son ellos los que se convierten en un elemento más de la subsistencia económica en sus hogares. No reciben educación, muchos de nosotros tenemos hijos, sobrinos, nietos, vecinos, alumnos y no hay cosa más extraordinaria, que ver a un niño que asista a la escuela, estos niños están heridos en el alma, es decir, en su niñez, todo ser humano tiene derecho a disfrutar de su infancia.
Este problema es alarmante, es de necesidad urgente intervenir en este sector, tomar conciencia de su gravedad e implementar una política de rescate a estos pequeños. La vida de estos seres olvidados discurre entre la supervivencia en un mundo hostil, la violencia y las drogas.
Muchas son las razones ya conocidas por lo que los pequeños pueden terminar en las calles. Pocos de ellos vuelven a casa al final del día y contribuyen con sus ingresos a la economía familiar. Las calles de nuestra la ciudad son el escenario donde día a día pequeños seres indefensos, confundidos, cansados y adormitados, transitan entre quienes van y vienen. Nadie se detiene a observarlos, a preguntarles cuántos días llevan sin comer, por qué se encuentran tan sucios o por qué lloran. Nadie pierde su tiempo con ellos, todos son infantes y adolescentes que están en riesgo y son vulnerables. No obstante, alguien debería velar por ellos; en Iquitos la instituciones que luchan para ofrecerles una vida decorosa, son escasas, sus recursos son mínimos y sin el amparo a veces del Estado,
La situación de los niños de la calle es un tema que preocupa a muchos loretanos, pero nadie ejecuta una acción real y concreta, varios son los alcaldes que en etapa de elección prometieron una vida digna a estos menores, sin embargo, nunca hicieron nada. Los comités de damas de varias instituciones se dan a conocer un día al año, sólo para navidad, después desaparecen, cada día los niños de la calle se multiplican y sobreviven en condiciones precarias. Está demostrado que sí hay dinero para muchos gastos sin importancia. Las mujeres loretanas gastan miles y miles de dólares en la compra de carteras, zapatos, aretes y otros, también se conoce que miles de dólares se gastan en Iquitos en la compra de helados y ni que decir de la millonada que se invierte en el fútbol local en el equipo de nuestro presidente regional: CNI de sus amores.
Pero el problema va más allá, y cual creen Uds. señores lectores que es lo peor? Es el maltrato que sufren por parte de los propios policías, que son los que supuestamente cuidan y protegen a los niños, en una total y completa violación de los derechos del niño y a los Derechos Humanos. Ningún policía debe proceder mediante el uso de la fuerza frente a los niños y jóvenes de la calle para eliminarlos. Si a estos niños sus padres y su familia les han fallado, es hora que la comunidad o el gobierno haga algo por ellos, estoy convencida que los niños, niñas y jóvenes no escogen vivir en la calle.
Cada uno desde donde nos encontremos debemos ayudar a minimizar el sufrimiento de quienes no tienen hogar, las autoridades locales deben buscar apoyo en la población y eso hará que los señores policías no hagan abuso de su poder.
Es urgente involucrar a los gobiernos, al sector educación, a los organismos privados y sociales, y a las instituciones financieras para que detengan el flujo de niños y niñas hacia las calles de este hermoso pueblo, Iquitos.

Los vendedores ambulantes tienen derecho a ganarse la vida.

Los vendedores ambulantes son un clásico de calles y veredas populares en Iquitos, Lima y en cualquier ciudad del Perú y por más que haya políticas de erradicación o reubicación esto continuará porque ya forma parte de nuestra vida, es una tradición peruana, tema en varios países del mundo y sobre todo es una forma digna de ganarse la vida. En algún momento de nuestro diario caminar, sea para el día de la madre, navidad o cualquier otro motivo hemos comprado un producto en un vendedor ambulante, hemos contribuido para que ese día pueda parar la olla. Cientos de iquiteños basan su supervivencia diaria en la venta de algún producto o servicio de manera informal, es decir en la calle.
Ninguna autoridad por más alcalde que sea y que se jacte de trabajar para los más pobres, debe albergar la idea de que los vendedores ambulantes deben desaparecer de las calles, de las plazas, de los parques, de las veredas de los centros comerciales, de los puentes, de las esquinas y hasta de la faz de la tierra. La Administración municipal debe abordar este tema adoptando una normatividad que procure armonizar el uso común o general del espacio público y el derecho al trabajo, teniendo en consideración que los vendedores ambulantes, hoy denominados informales, son personas, en su gran mayoría de la tercera edad, madres solteras, jóvenes desplazados y adolescentes que para generar sus ingresos prestan servicios o venden productos en las vías públicas, buscando un refugio frente al desempleo y la falta de inclusión económica. No es correcto que un gran porcentaje de loretanos del poder, todos ellos con fama de identificarse con el más débil, estén de acuerdo que nuestros amigos ambulantes sean maltratado, ellos se merecen el reconocimiento, respeto y consideración. El uso de las calles y veredas deben estar regulados pero jamás eliminados para el vendedor ambulante.
El número de vendedores ambulantes en Iquitos se cuentan por miles, ellos constituyen una población vulnerable, con poca formación académica o técnica. Por esta razón, tienen la necesidad de de buscarse la vida apoyándose en este tipo de trabajo, no comparto la idea de que los grandes gerentes municipales quieran poner orden basándose sólo en normas y en intereses particulares.
Tengo la suerte de conocer a Marisol, una mujer guapa de 24 años de edad que espera a su segundo bebé y vende CDS en una de las calles de Iquitos y con ello alimenta a sus hijos. Su rostro muestra preocupación cuando le pregunto acerca de las "escapadas y correrías" que tiene que hacer al momento de ver a los policías y al Fiscal de Turno. Como el negocio ambulante y la piratería es ilegal, quienes se dedican a ello tienen que escapar cuando llega la formalidad. Para ella es bastante difícil tener que partir con sus niños a cuestas y además preocuparse de envolver y proteger su mercadería. Sin embargo, su suerte parece no ser tan mala cuando le interrogo de cuanto vende, ella me contesta que de 30 a 40 soles diarios y con la opción que si el disco sale malo el cliente puede venir a cambiarlo. Este es un típico ejemplo de una madre joven de Belén que tiene que alimentarse y proteger a sus hijos con la venta ambulatoria.
Muchas son las calles y veredas en la ciudad de Iquitos donde podemos encontrar a vendedores informales, la variedad de productos que allí se pueden encontrar es asombrosa y comprende desde ropa interior, juguetes, libros, lentes de sol y con medida, billeteras, discos compactos, collares, aretes, cosméticos hasta repuestos y artículos para celulares y la lista es interminable. Pese a la gran diversidad que presentan estos productos, todos ellos tienen algo en común: precios más bajos que en las tiendas comerciales.
No es posible que en un país con un alto índice de desempleo, un alcalde advenedizo quiera erradicar el comercio ambulatorio de la noche a la mañana. Si un alcalde tiene un proyecto de regeneración urbana o embellecimiento de la ciudad, esto de ninguna manera puede provocar la exclusión de aquellas personas que están en pleno ejercicio de su derecho al trabado. Sólo espero que este burgomaestre no termine en las calles vendiendo linternas, lapiceros y llaveros, porque a parte de hablar tonterías, otra cosa, estoy segura que no sabe hacer.

Desde acá, en esta humilde columna expreso mi solidaridad a todos los vendedores informales, no podemos seguir siendo testigos silenciosos de los atropellos que de dan particularmente en las calles de Próspero y 9 de Diciembre.